«La tecnología ha desdibujado las distinciones entre compositores, intérpretes y oyentes”. Esta es una de las múltiples referencias de John Cage a la tecnología en su obra «Escritos Al Oído». Cage, J., & Pardo, C. (1999). Escritos al oído. Murcia: Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Murcia : Librería Yerba : Cajamurcia. Pág. 168
Vamos a abordar el papel de los dispositivos móviles en el mundo musical atendiendo a esos tres aspectos que citaba Cage: crear, interpretar y escuchar. Y empezaremos por la interpretación.
Hoy, en el campo de la interpretación, podemos encontrar algunas apps para sustituir las antiguas partituras de papel, almacenándolas y reproduciéndolas desde una tablet. Buenos ejemplos de ello son «PiaScore», o las apps asociadas a los software de notación de ordenador; Musescore, con su app para iPad, Finale con su app «Songbook» o «Avid Scorch», la app de Avid Sibelius. Algunas de estas apps son citadas en el artículo «Las partituras que vienen. Leer música en dispositivos móviles», por la Dra. Andrea Giraldez.
Estas apps nos aportan movilidad, sí. Y eso es muy importante en el contexto de una enseñanza instrumental personalizada, o de músicos con un repertorio enorme. Pero aun tienen funciones limitadas, y su empleo no es tan conveniente como parece a priori, pues requiere de una pre-maquetación de las partituras en las aplicaciones de ordenador -o en el caso de PiaScore, de una pre-maquetación del PDF-, para una visualización y gestión de páginas en concierto cómodas desde la tablet. Su verdadera aportación se centra en el almacenamiento de una enorme cantidad de material, que normalmente no podríamos manejar en papel. En este sentido, sería conveniente evitar el aparataje y la instalación de tecnología punta que pone en escenario el Cuarteto de Cuerdas Borromeo, para llevar a cabo una cuestión tan elemental como leer las partituras. Y es cierto que para este propósito, los dispositivos móviles, en este caso las tablets, cumplen el papel. Aunque, ciertamente, el propio papel cumple ya «el papel» 😉
Por otro lado, tal vez sí podría resultar cómoda la función de pasar las páginas con un pedal por Bluetooth como nos permite el AirTurn. Muy útil en ocasiones en que no tenemos a nadie que nos pase las páginas. Sé que habrá quien esté pensando, … ya, ¿y si falla el bluetooth?…
Ahorro de espacio, flexibilidad, comodidad, …son algunas ventajas las que aporta el empleo de dispositivos móviles en el campo de la interpretación. Aun así, no podemos decir que estas herramientas sean verdaderamente una revolución en el campo de la interpretación. Y es que el empleo de la tecnología en la música no siempre es positivo, y desde los mismos inicios de las “máquinas musicales”, Cage alertaba sobre el la dudosa utilidad o valor artístico y estético del empleo de la tecnología para imitar lo que se había hecho siglos atrás:
“La mayor parte de los inventores de instrumentos eléctricos intentaron imitar los instrumentos de los siglos 18 y 19, del mismo modo que los primeros diseñadores de automóviles copiaron los carruajes. Cuando theremin aportó un instrumento con posibilidades realmente nuevas, los thereministas hicieron todo lo posible para que sonara como un viejo instrumento, imponiéndole un vibrato asquerosamente azucarado, e interpretando con él, dificultosamente, obras maestras del pasado. Aunque el instrumento es capaz de una amplia variedad de cualidades de sonido, que se obtienen girando el dial, los thereministas se comportan como censores, dándole al público los sonidos que piensan que le gustaran. Nos protegemos de las nuevas experiencias sonoras.” (Cage, J., & Pardo, C.,1999: 52)
En relación a esto, queremos subrayar lo desafortunada que nos parece la idea de “ejecutar” (casi fusilar), que no interpretar, música creada para instrumentos del pasado, con artefactos de nueva tecnología. Así, atendiendo al vídeo «Making of: BACH Aria «Großer Herr» on mobile devices – recording session», del DigiEnsemble Berlin (sí, no todo lo que nos llega de Berlín es gloria) y escuchando de modo crítico lo que ahí se propone, nos resuenan las palabras de Cage, y nos damos cuenta de que un dispositivo de nueva tecnología, no debería, ¡no está concebido para ello!, ser usado para ejecutar torpemente, y sin ningún ápice de musicalidad ni calidad tímbrica, una obra que no fue compuesta para ello.
Somos usuarios proactivos («prosumers«) de tecnología, la ponemos en práctica en el aula, y la insertamos en nuestro proceso creativo, disfrutamos con ella y sus beneficios (¡!), pero todo tiene un límite, y es que lo que se nos muestra en ese vídeo, y otros tantos que circulan en esa gran Caja de Pandora que es Youtube, no aporta nada nuevo ni mejor para con la interpretación de esa música. Al contrario, suena mal y sin expresividad (lógico, son ceros y unos amontonados).
Tiene, a todas luces, más sentido, el empleo de nuevos instrumentos para interpretar NUEVA música, con sus nuevas características. Ya sea música popular, como Neil Johnston hizo con sus alumnos, o ya sea otro tipo de creación sonora del presente, como por ejemplo nos propone Marcos Martí aquí, o como podemos hacer con la App Samplr.
Otra música, creada para ser interpretada por otros instrumentos. Otros instrumentos para concebir otras músicas.
Primera entrada de la serie «Dispositivos móviles y música: crear, interpretar y escuchar».